A principios de mes, grupos y autoridades locales organizaron por cuarto año consecutivo 50 Navidades para Niños con Padres en Prisión, una velada donde por unas horas las rejas no existieron y los malos recuerdos quedaron atrás.
Seis meses llevó al Departamento de Correcciones de Nevada, Hope for Prisoners, la iglesia The Crossings y SOS radio 90.5 FM a hacer posible que los reos y sus familias pudieran disfrutar pavo con puré de papas y aderezo de arándanos, y sentarse frente a fragantes pinos; al más puro estilo de una tradicional mañana de Navidad.
“Somos humanos y a veces nos pasan cosas que no podemos cambiar. Estoy feliz y agradecida con estas personas, porque estaba encerrada en una prisión y ahora estoy con mi familia”, dijo Patricia González, una de las 50 participantes, quien tenía dos años de no ver a sus seres queridos. “A veces uno necesita esto para seguir adelante, porque así, encerrados, sientes como que se te acabó el mundo”.
Para ser parte del programa navideño, los reos tienen que cumplir con criterios del Departamento de Correccionales de Nevada, como tener buen comportamiento, un trabajo y estar estudiando.
En los Estados Unidos, un estimado de 2.7 millones de niños tienen padres quienes están tras las rejas,de acuerdo con la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales. Investigaciones muestran que reos quienes mantienen contacto cercano con sus familiares tienen un menor riesgo de regresar a prisión después de haber quedado en libertad, ya que los lazos familiares fungen como sistema de apoyo y supresor de malas conductas.
Un sueño hecho realidad
El sentimiento de reunión familiar durante la Navidad, ayudar a que los reos no reincidan, y su propia experiencia, motivaron a Jon Ponder, fundador de Hope for Prisoners – organización no lucrativa que ayuda a mujeres y hombres a reintegrarse a la fuerza laboral, comunidad y vida familiar – a planear el evento.
“Fue por el éxito que tuvimos durante años pasados que hemos ido creciendo. De nueve familias, llegamos a 17, luego 23 y ahora el doble con 50”, dijo Ponder. “Yo pasé bastante tiempo en prisión. Hubo varias veces donde despertaba en la mañana de Navidad sin mi familia. Pero creo que lo que más me afectaba era saber que ellos despertaban sin mí”.
Ponder empezó a conocer los diferentes sistemas correccionales juveniles cuando tenía 12 años, y a lo largo de su vida puso pie en prisiones de Nueva York y Nevada.
“Yo pensé, si logramos crear algo que los impacte lo suficiente, algo que puedan canalizar internamente, sé que nunca harán nada que pueda poner en riesgo el ser separados de sus familias de nuevo”, dijo Ponder.
Ponder agregó que algunos de los reos quienes participaron en el programa navideño cometieron delitos que van desde ofensas leves relacionadas con drogas, hasta crímenes contra la propiedad privada.
Scott Herrold, quien desde hace 11 años conduce un programa matutino en SOS radio, señaló que la mayoría de los reos provenían del complejo de transición Casa Grande, que alberga a quienes están en los dos últimos años de sus sentencias y donde muchos de ellos laboran en puestos de trabajo.
“La reunificación familiar es una parte importante de esto”, dijo Harrot. “Pero también, el hecho de que quieren luchar por una segunda oportunidad. Ellos han expresado: ‘Quiero hacer las cosas bien, y cuando salga libre, no quiero regresar al ciclo”.
Reencuentro
Si bien los 50 reos han visto durante años las paredes de la prisión, esa fría noche de jueves, al cruzar las puertas de The Crossing al Suroeste de Las Vegas, los recibieron luces de colores, árboles de Navidad naturales, regalos, y 50 salas que algunas mueblerías del valle prestaron para la ocasión.
Rodeada por sus siete hijos — cuyas edades van desde el año y medio hasta los 17 años — su madre, y su hermano, González, de 34 años, se acomodó en la sala gris que olía a nuevo.
Durante unas horas dejó atrás esa historia de adicción a las anfetaminas que la llevó a vender drogas y terminar en una prisión en Reno, donde vive la familia y cuyo viaje a Las Vegas fue posible gracias a los organizadores de 50 Navidades.
Una primera vez, hace 12 años, González estuvo privada de su libertad durante nueve meses por venta de drogas. La segunda, cuando la detuvieron por reincidir, fue aún más dolorosa: Tenía un embarazo de dos meses.
Le dieron una condena de 2 a 5 años, más otro cargo de 16 a 72 meses por posesión de una pistola.
“Me mandaron a prisión y así tuve a mi niña. Nada más estuve tres días con ella en el hospital, y me la quitaron. El estado la levantó, pero después regresó con mi familia. Es la primera vez que la vuelvo a ver desde que nació”, dijo mientras cargaba a esa bebé. “Siento bien bonito… porque ella ni me conoce, y como que siento que sí sabe que soy su mamá”.
Las notas de “Noche de Paz” hicieron llorar a González, mientras su hermano Juan, de 37 años y quien se dedica a la construcción, la observaba desde el sofá.
“Estoy feliz de verla, y también los niños”, dijo Juan con la voz entrecortada mientras Big Bird, Elmo y Abby Cadabby se paseaban por el recinto y algunos oficiales de policía repartían muñecos de peluche entre los hijos de los reos. “Ya tenía mucho que no la vemos”.
Esa escena conmovió a Rosalinda, madre de González, quien señaló que en ningún momento ha perdido la fe en su hija, para quien desea una vida mejor al lado de sus niños.
“Yo soy muy positiva y no pierdo la esperanza. Ya quiero que el tiempo pase para que salga”, dijo. “Yo solo le digo a mi hija que piense en los niños, porque algún día yo ya no voy a estar”.
Es justo el paso que los años han dejado en su madre, los cumpleaños que se ha perdido, sus hijos mayores quienes le piden que ya cambie su vida, y volver al lado de los más pequeños — porque no la reconocen — lo que motiva a González a seguir trabajando como lavaplatos en un restaurante y a estudiar para obtener su GED tan pronto pase la temporada decembrina.
“Ahorita me siento bien y veo a mi familia hermosa. Ya no quiero regresar [a prisión]. Ya no quiero consumir”, dijo González, quien saldrá libre en febrero de 2020. “Quiero cambiar mi vida, por mis hijos, mi hermano que ayuda mucho con mis hijos, y mis padres, que ya están viejitos”.
Una nueva ilusión
En la sala de Juan Bernal y su familia también había regalos envueltos, bicicletas, y seis niños quienes sonreían y esperaban ansiosos el momento para disfrutar sus obsequios.
Bernal, de 28 años, también fue uno de los 50 participantes agradecidos por la oportunidad de poder reunirse con sus seres queridos.
“Hace un año que no veía a mis hijos. Se siente maravilloso estar aquí, se siente como un gran logro”, dijo Bernal. “Este grupo de personas son maravillosas y las cosas que están haciendo por los que estamos en la misma situación que yo, es algo maravilloso. Me siento muy bendecido”.
Barbara Cegavske, Secretaria del Estado de Nevada, quien se encontraba en la sala de la familia Bernal preparando a los niños para la cena, también resaltó el valor de ver reunificadas a las familias.
“Es devastador para mí y me rompe el corazón ver a un padre alejado de sus hijos”, dijo Cegavske, quien patrocinó a los Bernal y señaló que contribuyó con fondos de su campaña electoral para la compra de regalos. “Al verlos aquí reunidos, ver al padre de Juan con su hijo, sus nietos, es algo que llena de felicidad ver a toda esta familia disfrutando de este día especial”.
Acompañado por sus tres hijos, tres sobrinos, su padre y su hermana, Bernal comentó que ellos han sido su apoyo más importante, incluyendo a su padre, quien no lo ha abandonado durante los tres años que lleva tras las rejas.
“Yo estaba haciendo las cosas mal. Estaba traficando drogas en las calles”, dijo. “Sé que las cosas pueden ser mejor aún. No tienes que esperar un año, para ver a tu padre y divertirte con tu familia. Es horrible estar lejos de tus hijos y de los que más quieres”.
Bernal fue sentenciado de 3 a 10 años en prisión, se presentó ante la junta de libertad condicional el lunes 3 de diciembre, y está en espera de los resultados de su audiencia.
“Si todo sale bien, estaré en casa el 25 de marzo de 2019”, dijo Bernal con una sonrisa en el rostro. “Si las cosas no salen de la forma que yo espero, tendré otra oportunidad en abril de 2020”.
Nuevos comienzos
Decenas de árboles iluminados, regalos y una esencia de pino y canela confirmaban el espíritu navideño en el auditorio de The Crossings.
Muy cerca de la entrada se encontraba uno de esos árboles, un sofá, y junto a este, Leonard Simons, un preso quien por unas horas pudo abrazar a su hija de 4 años.
Simons fue solo uno de los 50 reos que compartieron con sus seres queridos la experiencia de una navidad familiar.
“Me siento muy nervioso”, dijo Simons sonriendo. “Estar aquí es aún mejor de lo que yo puedo explicar, es algo maravilloso”.
El padre de tres hijos de 10, 7, y 4 años de edad, y quien ha estado en prisión por 30 meses, llevaba un año sin verlos.
Taylor, la hija menor de Simons, lo tomó del brazo pidiéndole agua, y él respondió con un tono dulce y paternal sabiendo que en solo un par de horas regresaría a la rutina de estar tras las rejas.
“Cuando estás encerrado, no piensas en cosas como lo que estoy viviendo ahora”, dijo. “Pero estando aquí, viéndolos y conviviendo con ellos te cambia completamente la perspectiva sobre la vida”.
Simons fue encarcelado por robo y venta de drogas, pero comentó que estar alejado de sus hijos lo ha hecho reflexionar acerca de las cosas importantes en su vida.
“Después de los primeros 6 meses, comencé a ver la gravedad de todo”, dijo Simons mientras abrazaba a su hija Taylor. “Ver fotos de mis hijos, y ver que estaban creciendo me hizo sentir horrible, como un perdedor”.
El padre, de 35 años, dijo que estaba ansioso por regresar con su familia y que no pensaba volver a la misma situación que ocasionó su encierro.
“Esta oportunidad me hace sentir como que ahora sí puedo intentarlo una vez más”, dijo. “Me da mucha esperanza”.
Elizabeth Dixon-Coleman, administradora estatal de reingreso del Departamento de Correccionales de Nevada, comentó que programas como 50 Navidades contribuyen a la rehabilitación de los reos y ayudan a prevenir la reincidencia de delitos.
“Hoy podemos celebrar a todas estas familias, celebrar que sus seres queridos están trabajando para recuperarse”, dijo Dixon-Coleman. “Reunificar y hacer nuestras comunidades más seguras y dales el tiempo para recuperarse es la razón por la que este programa es importante”.
Dixon-Coleman indicó que el tiempo que los participantes de 50 Navidades llevan encarcelados varía desde 1 hasta 30 años.
“Hay una familia que no se había visto en 10 años, ni siquiera se habían comunicado”, dijo. “Durante los últimos 6 meses se dio la oportunidad perfecta para reiniciar esa comunicación y hoy están aquí celebrando”.